Siempre quise viajar a Buenos Aires en cama suite ejecutivo y esta vez tuve la oportunidad. No me podía quejar, era el único pasajero y estaba todo estiradito, un médico al lado mío y el baño re-cerca. Tan cerca como una chata al costado de la camilla. Fuera de chiste, ¡un calvario! Que duró mil kilómetros pese a la buena voluntad de los choferes y el doc acompañante.
No se si quedaron mas golpeados mis huesos por los saltos o mi amor propio ya que tenían que parar a cada necesidad mía y me tenian que higienizar. Fue la primera vez, desde el siglo pasado, en que mi mamá me cambiaba los pañales .
Iba al Hospital Italiano derivado al Dr. Vaccaro y después de unas horas en la guardia pasé a la habitación. El equipo de gastroentereología con el Dr.De Paula y la Dra. Etchevers comenzaron con un controlado y exaustivo tratamiento para neutralizar la Colitis Ulcerosa y evitar la intervención quirúrgica.
Cabe aclarar que la Colitis Ulcerosa es una enfermedad autoinmune y no tiene cura clínica, sólo se puede controlar. La única opción de cura definitiva es la extirpación de parte o todo el intestino grueso enfermo. Después de tres operaciones se puede recomponer la utilización del circuito anal con una readaptación del intestino delgado.
En mi caso se complicó con una Amebiosis, pero lo cierto es que fui refractario hacia los corticoides y el infliximab, un potente antinflamatorio de última generación. La opción quirurgica se acercaba cada vez más. Yo estaba preparado y deseoso de terminar de una vez por todas. Fue así que un día me desperté con una bolsa de ostomia en la panza.
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