martes, 20 de diciembre de 2011

Se fue la tercera


El tiempo pasa rapido, los cinco meses se fueron volando y hace seis días ya pasamos por
el cierre de la colostomía.
La operación fue la más sencilla de las tres y a los tres días ya me dieron de alta. Todavía estoy
en Buenos Aires y en cuatro días voy al gastroenterólogo y al cirujano para que vean mi evolución y me autoricen a volver a volver a mi ciudad.
En este caso la evolución del posoperatorio tiene dos variantes, la física de las cicatrices y la específica sobre la
adaptación del intestino delgado al circuito digestivo en su doble papel de intestino delgado y grueso.Si bien todos los días me siento un poco mejor, me da la impresión que esta última adaptación va a ser larga.Nos vemos en unos días.

martes, 16 de agosto de 2011

Se fue la segunda, vamos por la tercera


Después de 10 meses, me realicé la segunda de las tres operaciones programadas para la rehabilitación de mi sistema digestivo. El tiempo lógico  tendría que haber sido de 3 a 4 meses y en mi caso, que estaba bastante debilitado a lo sumo de 6, pero por razones personales yo le agregué algunos más.
Esta operación era la más complicada de las tres y se demoró varias horas. A esto se le sumó que estaba más gordo de lo conveniente y por ese motivo no se pudo hacer con el sistema laparoscópico.
Hace 12 días de la operación y el posoperatorio lo estoy transitando sin dolores y con la molestia lógica de un tajo de 30 puntos.
En esta intervención me crearon el POUCH, es decir me conectaron el fin del intestino delgado al ano, previo ensanchado de la última parte para que funciones como intestino grueso.
Todavía sigo con mi amiga la bolsita y es en la última operación que me habilitan el recorrido normal y me sacan el bypass de la bolsa.
En unos días voy a una entrevista con los gastroenterólogos y el cirujano y después volvería a mi provincia.
Si todo sigue bien en este año finalizo con las operaciones y la colitis ulcerosa pasará a ser un mal recuerdo, pero convengamos una circunstancia llena de profundas experiencias humanas.
Mi confianza ante el equipo del Hospital Italiano era y es total. La dedicación y la preocupación por el paciente hacen de ese tránsito hospitalario un espacio de especial seriedad profesional y contención humana.

miércoles, 1 de junio de 2011

¿Quién dijo?


Claro, ¿quién dijo que el blanco, impoluto, frio, acuático, confidente, contenedor y circular inodoro es funcional a nuestras necesidades solamente estando sentados en su tabla circular? Hay varios ejemplos que prueban lo contrario, a saber:
De hecho los hombres hacemos uso de este sanitario de parados y en postura de cowboys en duelo, que con hábil manejo y cierta displicencia dirigimos el vector al blanco. Unos, los más indiferentes, apuntan al centro del manantial generando un efecto de fontana y aquellos que quieren guardar la micción en cierta intimidad, utilizan el impacto tangencial sobre los bordes para silenciar el acto.
Cuando la retención ha sido importante es inevitable el chucho de frío que inaugura la liberación del esfínter urético, pero es en el final donde hasta al mejor, se le presentan imprecisiones y salpicaduras. Ya lo documentó la sabiduría popular en las puertas de los baños: “lo dijo Sócrates y lo afirmó Platón, la última gota siempre queda en el pantalón”. Y si para colmo uno fue demasiado confiado y no subió la tabla del inodoro, el desastre queda registrado y el ojo avizor femenino dará cuenta de nuestra falta con sanciones inimaginables.
Dejemos en claro una cosa, la precisión del chorro no tiene nada que ver con
el tamaño del grifo sino con la antigüedad. Hasta los 30 años los chorros son potentes y precisos, hasta los 50 aceptables y después aconsejamos a los amigos a resignarse y sentarse para orinar. A partir de esa edad el chorro es débil, entrecortado y de poco caudal. No es nada raro, levantarnos a mitad de la noche medios dormidos y advertir, cuando ya es tarde, que están surgiendo dos chorros que como el sapito del auto, uno se dirige a la izquierda y el otro a la derecha. En ese estado de semiinconsciencia cualquier solución es peor que el problema. Las torpes manipulaciones nos transforman en el bombero loco y todo se complica.
No quedan más que dos soluciones en ese momento: o limpiar todo y arriesgarnos a despertarnos y que nos invada el insomnio o echarle la culpa a los chicos, y ya sabemos que ásperas nos deja las manos la lavandina.

Pero bueno, existen otras variantes? Claro que sí.
Charlando con un amigo que hace poco se operó de la próstata, me comentó que durante un tiempo tuvo puesta una sonda con su correspondiente bolsa sujeta a la pierna y me describió como era su acto para el N°1. Este se acercaba displicentemente al inodoro, levantaba la tabla y cancherito apoyaba su pie derecho en el borde como quien va a atarse los cordones, se va a levantar el soquete caído o simplemente le va a sacer brillo a los tamangos. Mientras tanto con la mano izquierda sacaba una manguerita del interior de la botamanga, la dejaba reposar hacia el interior del inodoro y desagotaba la bolsa mientras se silbaba un tanguito acodado en su propia pierna y con asombro descubría la cantidad de champús de su mujer.
Por mi parte yo no me quedé atrás y le conté mi propia experiencia con el N°2 en una situación mucho más recoleta donde mi bolsa de ostomía me obligaba a arrodillarme delante del inodoro. Se me viene a la mente la imagen de Colón Descubriendo América o al príncipe valiente al ser ordenado caballero. El caso es que yo estaba con una rodilla en tierra ante esa pila blanca que como el monumento de un dios pagano esperaba mi ofrenda, mientras reflexionaba sobre dos cosas. Que suerte que este dios es retrucho y se conforma con tan poco. La próxima vez me traigo un almohadoncito. Amén.

lunes, 23 de mayo de 2011

Nuevas entradas en el blog Diariostomía

A partir de ahora cuando agregue una entrada les va a llegar un mail que no hace falta que contesten, es solamente para invitarlos a leerla. Muchas gracias, Horacio

El día a día (segunda parte) y la curiosidad de la gente


Vaciar la bolsa es una tarea que hago como mínimo, cuatro veces al día (en la entrada anterior ya comenté que lo hago en el inodoro y arrodillado en una pierna. Si estoy en casa o de viaje tengo un amohadoncito y sinó viene bien un diario doblado en dos).
De todas maneras muchas veces salgo a cenar después de trabajar y forzosamente tengo que aligerar la carga en el baño del trabajo para estar más cómodo. Es inevitable que a partir de tener este nuevo complemento uno calcule sus actividades a partir de los ritmos “bolsáticos”, por llamarlo de alguna manera.
Es decir, si salgo a comer un asado al río, tengo que tener en cuenta las horas que estaré lejos de un inodoro como para llevar mi equipo de desecho portátil.
De todas maneras a esta altura estoy bastante acostumbrado y confío en mi capacidad de improvisación, pero de todos modos no cuesta nada llevar bolsas de residuos, una bolsita de repuesto y gazas. Es más, en el cajón del escritorio del trabajo tengo un mini equipo de urgencia, por las dudas. No es que tenga premoniciones catastróficas, pero me hace sentir más tranquilo.
Hablando de trabajo siempre me preguntaba que contar y cómo contarlo. Lo cierto es que la gente en general es prudente y se conforma con tu historia por más que sea corta o escasa en detalles. Yo fui improvisando la mía y quedó más o menos así: “me operaron la parte enferma del intestino grueso y en tres intervenciones me van a recomponer la función digestiva”. La gente te mira, dice…Ajha! y se queda conforme aunque no haya entendido nada.
Nadie me preguntó por la bolsa, salvo un amigo que se hizo el pícaro y me dijo: ¡que tal al bolsita!... Yo redoblé la apuesta, amagué subirme la remera y le contesté: ¿queres que te la muestre?. No!, dijo horrorizado y nunca más me preguntó.

Todo lo que usted quiere saber acerca de cómo cambiarse la bolsita y no encontró a nadie que se lo contara en detalle


Lo primero que tiene que hacer es conseguirse un equipo de recambio de bolsa como el de la foto de arriba. Lo puede conseguir barato en cualquier compraventa. Ja!... no se asuste es un chiste, lo nuestro es bien sencillo y empieza así:


El elemento que más trabaja en los vaciados es sin duda el CLAMP o pincita que cierra la bolsa (similares a una hebilla de pelo de mujer). Yo opté por comprarme cinco que los voy rotando y me resultan más cómodos y confiables que los descartables que vienen con la bolsa.


Mi equipo de recambio de bolsa lo tengo en un tapper que es el que uso cuando voy de viaje. Estando en casa a este tapper lo complementa una bolsa con las gazas y el papel de cocina absorbente.



Es conveniente cada tanto ponerse a recortar las bolsas para tener varias listas y no hacerlo a último momento. Dibujar primero el círculo adecuado a su estoma. Si es demasiado amplio la materia fecal que todavía contiene restos de los ácidos gástricos toma más contacto con la piel y la puede irritar.
Si es demasiado justo puede incomodar el estoma. Con la práctica va a saber el tamaño preciso.


El equipo se ordena en el baño para tener todo a mano y el recambio de bolsa puede demorar como mucho 15 minutos.


 Después de sacarse la bolsa y limpiarse el estoma con gazas húmedas, pasarse jabón blanco, limpiar la superficie que estuvo en contacto con el adhesivo y también el estoma. Antes de enjuagar aprovechar a afeitar la zona para que el despegue de la bolsa no sea molesto como si se depilara.
Como pueden ver la parte derecha de mi panza sobresale más que la izquierda ya que en esa zona los tejidos musculares están más débiles por la operación y al engordar esa parte contiene menos la expansión de los tejidos grasos.


 Después de enjuagar bien, se seca la zona con papel absorbente de cocina. Yo también me lo apantallo con la tapa del tapper como para que se airee. También, mientras se oxigena, aprovecho a lavar la máquina de afeitar y el clamp utilizado, con un cepillo de dientes descartado.


 Alrededor del estoma le pongo un talco protector de la piel y lo soplo sacándole el excedente.

 Le saco el papel protector a la bolsa y sobre el adhesivo y alrededor del agujero coloco una línea de crema “barrera protectora”, como para que selle el intersticio entre la bolsa y el estoma y la materia fecal no tome contacto con la piel, o lo haga lo menos posible.


Trato de pegar la bolsa sin que queden pliegues y presiono un poco alrededor del estoma como para que se adhiera bien firme. Finalmente pongo el clamp en la abertura y listo, ¡la bolsa ya está puesta!

lunes, 18 de abril de 2011

El día a día (primera parte)

El día que me agarre nostalgia de mi intestino grueso
 me voy a hacer una remera como la de esta chica.

Mientras estaba internado en el Italiano las enfermeras me enseñaban a cambiar y drenar la bolsa de colostomía. Por supuesto yo estaba acostado mientras ellas lo hacían y utilizaban una pequeña palangana para depositar el contenido.
Uno es un animal de costumbres y ya estando en casa yo me cambiaba la bolsa acostado y la vaciaba en un recipiente intermedio. Pero claro la vida te pone en situaciones que te ayudan a superar costumbres heredadas. Una mañana, ya en el gimnasio me di cuenta que no había vaciado la bolsa en casa y fui urgente al baño. Claro ahí no tenia recipiente intermedio, entonces puse una rodilla en tierra y quede a la altura justa del inodoro para vaciarla cómodamente. Ese es el método que utilizo actualmente, rápido, limpio y obviando el recipiente intermedio.

       
Mini almohadón para arrodilarme hecho con una
cartuchera de tela rellena con estopa

Estando en un hotel de vacaciones no era lo más adecuado utilizar la cama de la habitación para cambiarme la bolsa y lo hice de parado en el baño. Resultó mucho más funcional al estar frente al espejo y el lavatorio.

Los elementos en el baño para cambiarme la bolsa

Pero si hay algo que fue un verdadero reto fueron los viajes de larga distancia en micro. Doce horas en micro suponía al menos un vaciado durante el viaje ya que mi ritmo de drenaje (cambia con cada personas) es cada seis horas.
Después de algunos contratiempos y varias pruebas el mejor método cuando no se tiene inodoro a mano es el que ilustra la foto.


Una bolsa de residuos de tamaño generoso que permita introducir los dos brazos para poder sacar y poner el clamp y manipular el vaciado. La bolsa se
sostiene doblándola y metiéndola  un poco por dentro del pantalón y se asegura con un clip. Finalmente esta se anuda y se desecha sin generar olores.